Fotografía: Asunción Agradecida siempre a Nacho que generosamente ejerce para mí de modelo. |
Zaplata: el zapato seductor
Travieso y juguetón escapa cada noche de la penumbra y el retiro,
de la clausura monjil del guardarropas.
En un acto solemne maquilla sus lomos de plata,
extraída de los yacimientos del ombligo de la luna.
Afanosa y uniformemente les unge con exóticos cosméticos.
Con singular y desconocida delicadeza
expande despaciosamente los afeites.
Engalanado de sencillez, elegancia y plateada silueta,
pasea en busca de lujuriosas y excitantes aventuras.
Con apetito voraz da rienda suelta a granujas instintos,
ha sido diseñado para proporcionar placer.
Los varones caen rendidos a sus pies;
en lascivo éxtasis abducidos,
se dejan atraer por la suavidad aterciopelada
y el aroma cautivador de su tez blanca.
Suplicantes y libidinosos se arrodillan para rendirle pleitesía,
babean frente a su sensual y distinguido empeine,
besuquean y acarician su erótico tacón,
eufóricos, fogosos, en estado de delirio imploran ser rasguñados por él,
antes que las campanadas cenicientas le regresen a su cautiverio.
Así, el zapatito que una vez fuera plateado por el sol
y las marinas brisas atlánticas,
con desmedida exquisitez, generosamente solícito brinda placer,
hace gozar a los caballeros, y a la vez, él mismo se deleita.
En un acto solemne maquilla sus lomos de plata,
extraída de los yacimientos del ombligo de la luna.
Afanosa y uniformemente les unge con exóticos cosméticos.
Con singular y desconocida delicadeza
expande despaciosamente los afeites.
Engalanado de sencillez, elegancia y plateada silueta,
pasea en busca de lujuriosas y excitantes aventuras.
Con apetito voraz da rienda suelta a granujas instintos,
ha sido diseñado para proporcionar placer.
Los varones caen rendidos a sus pies;
en lascivo éxtasis abducidos,
se dejan atraer por la suavidad aterciopelada
y el aroma cautivador de su tez blanca.
Suplicantes y libidinosos se arrodillan para rendirle pleitesía,
babean frente a su sensual y distinguido empeine,
besuquean y acarician su erótico tacón,
eufóricos, fogosos, en estado de delirio imploran ser rasguñados por él,
antes que las campanadas cenicientas le regresen a su cautiverio.
Así, el zapatito que una vez fuera plateado por el sol
y las marinas brisas atlánticas,
con desmedida exquisitez, generosamente solícito brinda placer,
hace gozar a los caballeros, y a la vez, él mismo se deleita.
Asunción
Es muy original!!
ResponderEliminarEs muy original!!
ResponderEliminarEs Zaplata, Buhodespierto, sin más. :-D
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