Se hallaba la mar en calma.
Los ecos del gentío se mostraban insolentes
robando paz y sosiego a la brisa.
Pueriles y candorosos chiquillos
procuraban elevar tornasoladas cometas,
que anhelantes por acariciar la gloria
y volar libres orientadas por el viento:
besaban una y otra vez la canicular arena
frustradas, resignadas y torpes.
frustradas, resignadas y torpes.
Así es como llegaste a mí:
embarcado en brisa atlántica,
capitaneando el velero del ayer,
meciéndote en olas de plata,
izando la bandera de pirata.
Los cabellos ondeaban al viento,
era febril la mirada quieta;
el corazón latía enmudecido furiosamente
se debatía en estériles y húmedas llamas.
Traías la ilusión puesta en el reencuentro,
los labios yermos de besos azucarados.
Exhalé la conocida y pretérita fragancia;
yustapuestos navegamos por aguas de delirio;
las olas bambolearon nuestros cuerpos;
nos abatimos exhaustos en la arena de la playa,
en ella escribiste mi nombre con trazos afligidos.
Desapareciste, amor, con la bruma.
Asunción
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